lunes, 24 de noviembre de 2014

Gatos, perros y otros seres mágicos de Aladrén


El llegar a Aladrén no me hizo gracia. Entre los barrotes de mi jaula veía altos cerros y árboles. No me gustan los cambios, cada cambio significa un nuevo comienzo y los humanos con los cambios se olvidan de las buenas costumbres que tanto cuesta inculcarles.


Pero lo que peor llevé fue darme cuenta que también se traían a la perra ¿Para qué la necesitan? Nada. Ahí estaba con su cara de boba persiguiendo el sofá. Por suerte mis cachorros humanos, Gabriela y Victor,  están muy bien educados;  inmediatamente instalaron mi arena limpia en un lugar accesible, agua limpia y comida de esos sobres que tanto me gustan, además, por mucho que cambiáramos de casa, el edredón de Gabriela seguía oliendo a fresas.
El cambio iba bien, mis cachorros humanos estaban felices, se fueron a una ermita con la perra detrás. Pero los adultos, ¡Cómo cuesta educarlos!…me ha costado años para que se acostumbren a no utilizar mi lado de la cama y que no me den de ese pienso sólido y sin gracia, aparentemente tendría que volver a empezar, el humano me dice “bola de pelo” y la humana “Kiara” obviamente, me llamo Kiara.

Desde la ventana vi suficientes árboles para afilar mis uñas y revisé las ventanas por donde podría salir fácilmente, así me quedo fuera maullando hasta que uno de los humanos se rinde y me da la comida que yo quiero. Todo normal en el cambio de una gata…hasta que me encontré con ella, el Hada Clara. Las hadas son especie de “polillas” de colores hablantes.
-Hola Gatita, bienvenida a Aladrén. Dijo ella con esa sonrisa incomprensible
-Hola. Respondí por educación, pero estaba muy ocupada buscando ventanas.
-Me llamo Clara, un hada cuenta cuentos ¿Vienen niños contigo? Hace mucho que no tenemos niños en invierno…eso hace que sea  más frío, sabes…

- Mis cachorros humanos han salido a ver una ermita con la perra, Kuki. Dije displicente.
-¡Un perro, niños! Las  demás estarán encantadas…

Ante la posibilidad de más “polillas molestas” la interrumpí. No sé si lo sabes, “Polilla”, pero los gatos no hablamos, yo no converso, no lo necesito, no me interesa…busca a Kuki, como es tonta es posible que se alegre y te haga caso.

El hada se quedó callada y es que estos seres creen que por ser mágicos hay que alegrarse por verlos, dar vueltas y tirar confeti ,en fin, vi que se fue por una ventana que no había visto y yo me quedé en casa revisando las  cajas…no encontraba mi comida. En eso descubrí una escalera un tanto oculta, muy baja para un humano…el olor no me gusto, pero el túnel estaba demasiado cerca del cuarto de los niños, así que no tuve otra opción que explorar. No le tengo miedo a los ratones, ellos huyen de mi, pero sé que a  Víctor no le haría gracia.

Entonces la vi, parecía una araña negra enorme pero al girarse tenía cabeza de mujer que se comía lo que parecía un cachorro de gatito, lo cual me paralizó...pero enseguida pagué un bufido. En ese momento entró Kuki por otro lado ladrando y montada por Clara. La araña escapó de la luz del Hadita y los ladridos de Kuki, mientras el gatito estaba medio muerto.

-Saquémoslo de aquí. Dijo el hada.

Obviamente lo llevaron a mi cojín…no es que lo use mucho, pero que pusieran ahí un gato medio muerto atacado por una araña de siete cabezas no me hizo mucha gracia…pero entre la idiota de la perra y la petarda de la polilla de colores, no me hicieron ni caso.

-Necesitaré ayuda Kuki. Dijo Clara.

Y la perra salió corriendo, entonces vi bien a la cachorrita era gris, de rallas, de unos 3 meses…la edad en que me adoptaron mis humanos. Sangraba, lloraba.
-El pobre está muy mal, el hada oscura le hizo daño.
- Es “Ella”, para ser hada eres poco observadora. Quién es esa hada oscura y por qué carajo hay hadas aquí.
-Para ser una gata eres bastante habladora. Respondió Clara de manera burlona y prosiguió:

Aladrén es un lugar mágico viene de la palabra “Aladro”. Cuando los humanos están tan en contacto con la tierra como aquí, las puertas de la magia se abren, para bien y para mal. A los oscuros no les gustan los niños, son humanos nuevos con la mente abierta y que podrán descubrir la magia…intentarán asustarlos.

El lomo se me erizó…eso de que se metan con mis cachorros y con mis humanos me hace sacar las uñas…pero entonces entró kuki con un aspecto gracioso de árbol de navidad. Un montón de Hadas y Duendes y pequeños dragones se pusieron alrededor de la cachorrita…brilló luz, de pronto ya no estábamos en la casa…estábamos en medio de un camino, rodeados de árboles.

La gatita reaccionó, y me miró con dulzura, aunque Kuki la subió a su lomo.

-          ¡¡¡Ah no!!! Dije inmediatamente…no habrá más gatos en casa, me ha costado muchísimo educar a los humanos...lo de la arena sería un descalabro y no hay sobres suficientes y no sea que se les ocurra llevarnos al veterinario…

-          Esta gatita tiene magia, podremos acudir a Clara si el hada oscura aparece, hay que defender a la familia. interrumpió  la perra…

-          ¡Que no! Que aún recuerdo cuando llegaste tú “saco de huesos” y aún no eres capaz de volver a casa cuando te llaman…

Pero la perra no es tan tonta, dejó a la cachorrita en la puerta y al llegar la humana mayor la cogió en brazos. Di el caso por perdido…

Al menos tenemos un acuerdo de mínimos, yo comparto la cama con los humanos adultos, Kuki con el humano cachorro y la gata nueva (llamada “Minina”) con la niña.  Si el hada oscura aparece estamos preparados…aunque tengo que trabajar más con Minina eso de la comida y arañar árboles y no ronronear por cualquier tontería, que aun no comprende eso de la constancia hasta que te den lo que quieres, a los humanos hay que disciplinarlos y cada cambio hace que se desordenen…más una gatita que persigue sombras…pero, al menos, no es una “Polilla”.

lunes, 29 de julio de 2013

Lágrimas de Hada

Mis lágrimas iniciaron ésta historia... Y es que las lágrimas de Hada se transforman en cristales que se esconden hasta que aparece un niño capaz de consolar esa tristeza.

Era de noche, una de esas de mucho viento. Estaba sentada en una hoja del viejo Olivo, en el  viejo parque, claro está, de un viejo pueblo. Yo no paraba de llorar, me había enterado de algo terrible... El alcalde de aquel lugar había decidido quitar el árbol más viejo  porque entorpecía sus planes de construir un parque nuevo. ¿Qué culpa tenía aquel árbol? Aquel Árbol de ancho tronco y grandes raíces había cobijado gatos, pájaros, mariposas, cartas de amor, mensajes secretos y mil juegos de los que fueron niños junto a él.

Lloré por la insensibilidad ante ese abuelo, lloré por las historias que se perderían entre sus ramas... Y mis lágrimas caían a sus pies mientras él intentaba consolarme.

     —No te preocupes, pequeña hada —decía—, hace muchos veranos sacaron de aquí a mis hermanos para crear este parque. Las personas ya no buscan mis olivas…tranquila, estaré bien.

En ese momento llegaron ellos, un niño y una niña. La verdad, no les hice mucho caso, y es que estaba muy triste. Pero poco después sabría sus nombres, Gabriela y Víctor.

¡Ya ha empezado! —Gritó el niño emocionado acomodándose su gorro.
Shhhhhht —susurró Gabriela, consciente de lo sagrado de ese momento.

Entre las raíces del árbol, una gata comenzaba a parir. Los niños se sentaron mientras acariciaban la cabeza de la nueva madre. El árbol agachó sus ramas protegiendo a los niños del viento. No es que el árbol fuera mágico, es que los niños lo hacían especial.

Cuando se iba a ir, Víctor encontró una de mis lágrimas, algo parecido a una aceituna, pero morada. Al tocarla el niño comenzó, poco a poco, a comprender el canto del árbol. —Duerme gatita, duerme.  —Víctor soltó la piedra, y al hacerlo volvió a oír sólo el susurrar de las ramas. Lentamente se agachó y cogió el cristal, entonces, el susurro se volvió canto otra vez.

Gabriela, que lo miraba desde lejos, se acercó. Sin mediar palabra su hermanito puso el cristal en su mano y se puso a buscar en el suelo. —Tiene que haber más —decía. La niña no comprendía lo que balbuceaba Víctor, hasta que ella también escuchó el canto del árbol.

Claro que había más, si yo me había pasado llorando toda la tarde. Víctor cogió otro cristal (esta vez de color azul) y tomó la mano de su hermana. Ambos se acercaron al árbol.

Hola, árbol —dijo ella.
Hola Gabriela  —respondió el árbol.
Los niños se miraron, no sabían si estaban más sorprendidos por escucharlo o porque supiera sus nombres.
Te oímos —dijo Víctor— quiero decir, te entendemos, o…—El movimiento de las ramas cesó.
Vaya —dijo el olivo—, hace muchos años que ningún niño quería oírme.
¿Cómo te llamas? —Preguntó Gabriela.
Bueno, he tenido muchos nombres...
Pero cuál es el que a ti te gusta —preguntó Víctor.
Pues, hace años, cuando aún tenía hermanos, me llamaban Ovidio.
¿Ovidio? —Dijo el niño.
Pero si quieres llamarme de otra forma...
No, no…Ovidio está bien.
Esa tarde, Ovidio explicó a los niños la magia de esas piedras, que realmente no eran piedras, sino “Lágrimas de Hada”. A continuación también tuvo que explicarles el por qué de mis lágrimas —y es que después de tanto llorar, yo no podía hablar, ni ser escuchada…Efecto secundario de mi llanto—. Así, se enteraron de que, en dos días, Ovidio dejaría de existir.
Al otro día, los niños, con sus cristales atados al cuello, se sentaron junto a Ovidio para oír las historias del pueblo y de los antiguos juegos.
—No dejaremos que te quiten de aquí —sentenció Gabriela—. Esta es tu casa, debe haber alguna forma de que no te talen.
—Esta tarde el alcalde está en el ayuntamiento... ¿Y si vamos a hablar con él? —Dijo Víctor.

Y así lo hicieron, esa tarde se plantaron en el ayuntamiento, decididos a hablar con el alcalde.
Pero los adultos son extraños, y parece que los temas de los niños son muy pequeños y, las cosas pequeñas, poco importantes. Esa tarde no los recibió.
Fueron al parque llorosos, sin saber qué hacer. Entonces otros niños que jugaban los rodearon. Tristes y rendidos Gabriela y Víctor contaron a sus amigos lo que les pasaba, estaban seguros que nadie les creería, pero ya les daba igual. Sin embargo, en la tierra comenzaron a brotar los cristales, así, mientras Gabriela y Victor narraban su historia, los otros niños recogían las piedras y escucharon a Ovidio consolando a los hermanos.

—No lloréis por mí, he sido muy feliz…Prometedme que cuidareis de esta gatita.
Esa noche los niños del pueblo se quedaron junto a árbol. No querían que pasara su última noche solo.

Estamos oyendo cuentos —respondían cuando les preguntaban qué hacían. Y cuando los regañaban para  que se fueran a casa protestaban —¡Mañana lo talan!, déjame que escuche un poco más, mañana ya no podré oírlo. —Los padres, sorprendidos y asustados por esa tenacidad, les acompañaron. Los adultos no escucharon al árbol, pero no era necesario, poco a poco comenzaron a recordar su infancia junto a él, aquellos mensajes secretos... Y después de horas conversando entre ellos, se dieron cuenta que los niños sólo callaban.
Entre los adultos estaban el alcalde, su hija y su nieto, los concejales, los bomberos, el constructor del parque... Estaban sorprendidos porque esos niños no protestaban ni gritaban; sólo estaban ahí, callados, oyendo el viento pasar por las ramas de un olivo.
¿Será verdad que lo escuchan? —Preguntó en voz alta el panadero. Y un anciano respondió. —¿Y por qué no? Me gustaría hablar con él, seguro que nos acordamos de lo mismo.
Al oír esto Gabriela giró la cabeza y respondió —Ovidio tiene más de cien años”.
El alcalde y el constructor se miraron y se encogieron de hombros. Estaba claro lo que debían hacer…Se acercaron a los niños —Bueno, bueno…lo dejamos donde está, pero si nos contáis lo que os dice.
Y así, en un viejo pueblo, se creó un nuevo parque, pero en el centro tiene un viejo olivo con una placa que reza: “Este olivo se llama Ovidio y es protegido por los niños de este pueblo”.


Y así, cada 5 de mayo, se reúnen los vecinos alrededor del árbol a contar historias. Y, bueno, yo también me acerco a Ovidio, siempre hay una anécdota nueva para oír y mis lágrimas aún se pueden encontrar cerca de sus raíces.


Colorín Cantado, este cuento se ha acabado…

lunes, 22 de octubre de 2012

El día que conocí a Nimué

            El primer día que me escapé de un sueño para poder contar historias a los niños, me encontré con una chiquilla con un Balón naranja. Ella estaba empeñada en meter la pelota en un aro en lo alto de un palo, bote, tras bote...tiraba y no había forma. Entonces opté por ayudarla, para eso estaba ahí (según yo)...asi fué que le pedí al viento el favor que llevara la pelota a su sitio, refunfuñando, el viento lo hizo. Menuda frustración cuando la pelota al pasar por el aro calló al suelo. La niña sin darse cuenta de mi hazaña  siguió botando la pelota...

-Eh, niña.- Dije invadida por mi decepción.- ¿Se puede saber para qué lanzas esa pelota a ese aro, si se vuelve a caer?-. La niña se acercó,  me miró lentamente y sonrió. -¡Que bonitas alas tienes!-. Dijo sonriendo, de pronto frunció en seño.-¿Tú levantaste la pelota?-...ante esos ojos de reproche me di cuenta que no le había hecho un favor.-No-. Respondí.- Fué el viento-. El viento rugió fuerte y me levantó el vestido en clara señal de protesta...la niña se echó a reír.
- Me llamo Nimué, ¿tú quien eres?-

- Soy Clara, un hada de cuentos-.

- ¿Y no has jugado nunca al baloncesto?-
-¿ Balon qué? -.

- Si eres un Hada de cuentos debes saber jugar a todo...- Me increpó, y tenía razón es una de las asignaturas básicas de un hada.

- Soy experta en el parchís.- Respondí orgullosa.

- La verdad.- dijo Nimué .-Es que no tengo con quién entrenar, si te enseño ¿Juegas conmigo?-

Demás está decir lo que respondí. Ese día aprendí lo que es encentar, marcar, puntos...vamos, lo que es el baloncesto. No os podéis imaginar cuanto grité y corrí, la primera regla que me impuso fué no usar ni las alas, ni el viento, cosa que me parecía injusta; Es que esa pelota no hacía lo que yo quería y Nimué parecía que conversaba con ella. ¿No serás de esas hadas modernas, un Hada del baloncesto? pregunté sospechando de sus habilidades. Nimué reía.


De pronto, junto a la cancha, vi a un niño y al gnomo Andrés.

.-Hola Dani-. Dijo Nimu- te presento a Clara.-

-Hola Clara.- Dijo el niño y luego se dirigió a Nimué susurrando-¿Sabes que tiene alas?-

-Ahhh...si, pero tranquilo, no las usa para jugar.- Le respondíó la niña con soltura mientras veía como se acercaba el Gnomo directo a mi, le dí el balón a Nimu preparada para el reproche.

- Señorita Hada clara, no está autorizada a salir de los sueños, aún no ha aprobado todos los cursos, además...- Nimu lo interrumpió.- No la riña señor-. Dijo la niña defendiéndome .-sólo me ayuda a jugar-.


Nimu, le arrojó la pelota a Dani y yo intenté quitársela, jugamos un rato...pero El Gnomo tocó un silbato que no se de dónde sacó. Entonces volé hacia la cesta y de pié en el aire le dije .- Jugaremos en tus sueños-. Y ahí la dejé, y yo volví a la escuela dónde gracias a Nimu, saqué un sobresaliente en deportes de balón. 

Pero de vez en cuando me vuelvo a escapar para verla crecer y la veo jugar a su juego...y aún hoy, cuando llega a la canasta, me pregunto si será una de estas hadas modernas, un tipo de hada del baloncesto.


Y COLORIN CANTADO ESTE CUENTO HA ACABADO.




lunes, 15 de octubre de 2012

La sirenita Paula




             En el mar que se esconde tras el sol viven innumerables seres mágicos y divertidos, como las Sirenas. Entre todas estas sirenas esta la historia Paula, la Sirenita Paula.


             A Paula le gustaba galopar en su caballito de mar, es que , como todos saben, hasta que las sirenas cumplen 150 años, no son mas grandes que un caracol...lo cual es lógico si piensas que una familia Sirena cuenta con un papá, una mamá, y entre 300 o 400 hijitos...pero sigamos con Paula.
            Paula es la mayor de sus hermanos y siempre intenta escapar de ellos, a la pobre Paula  le quitan su peine especial o sus estrellitas. Por lo que lo que le gusta es salir a jugar con sus amigas. Explorar, hablar, y tener desafíos nuevos. Aunque Paula tubo un largo camino para aprender a superar desafíos. Todo empezó una mañana en que galopó sobre su caballito de mar siguiendo a sus amigas.
            Ese día querían escalar la gran roca del tiburón...bueno, no era tan grande, pero para unas sirenitas pequeñas era enormísima. Primero fue Carmen, cogió impulso y llegó a la mitad, justo donde estaba un alguita azul. Luego fue Sara, que llegó un poco mas arriba.
            En el turno de Paula, cogió impulso apretó los puños y subió y subió moviendo su colita muy rápido, tan rápido que se enredó en el alga azul al pasar. Paula sintió el tirón en la cola y el dolor llego de pronto. Carmen y Sara fueron a ayudarla.
.-¿Estás bien?-. Preguntó Carmen al ver que Paula no hablaba...pero en ese momento, tras la roca una sombra las envolvió. Era el padre de Paula, un tritón considerablemente grande para todos los tritones, más para una sirenita como Paula. Sara corrió y le contó lo ocurrido  Paula y su caballito fueron donde su Padre y montaron en su mano.
.-¿Qué pasa Paula?-.Dijo papá al ver que no hablaba.
.-Quiero irme a casa-.. Sentenció finalmente la pequeña.



Se fueron en silencio.

Al llegar a casa estaban los 346 hermanos de Paula enredados en el dorado pelo de su madre, que intentaba alcanzar una babosa sobre los corales de la cocina, le costaba porque tanto medio pecesillo hace cosquillas y la babosa era muy rápida, para ser babosa.



            Al girarse se movió de tal forma que salieron todos los tritoncitos y sirenitas a las barbas del padre. Las mamás siempre saben si algo pasa...incluso las mamas sirenas, que tienen entre 300 y 400 hijos, pueden decir con exactitud el estado de animo de sus pequeños.
            Por lo que al ver los ojos llorosos de Paulita   mamá miró a papá que intentaba, en vano, quitarse a un triton rebelde de la oreja y este se dio media vuelta .El padre se fue a contar medusas con los otros hermanos y ambas se quedaron solas entre los corales.

.-Cuéntame-. Dijo mamá Pero Paula no quiso hablar.La sirena mamá comenzó a cocinar en silencio mientras la babosa se escondía tras una estrella de mar...para una hija, el silencio de una madre, aunque sea una hija sirena...es irresistible y solo se rellena con confesiones.
.-Lo que pasa, dijo Paula, es que...es que...intentando subir la roca del tiburón, esa grande...una alga me pillo la cola y me hizo daño...
Después de un rato de silencio la madre dijo .- No puede ser muy grave, intentalo otra vez, pero evita el alga.-
No puedo.- respondió Paula
.- ¿Por qué?-
.- Me da miedo-.

La madre soltó la concha con la que limpiaba .-Vamos sirenita-. Continúo la madre-. Aveces hay que intentarlo aunque tengas miedo, eso se llama desafío.-
.- Pero me da miedo.- repitió la sirenita .- Además no nado bien y....- la madre interrumpió cogiéndola del brazo y sonriendo, así la saco de casa.

Al llegar a la roca estaban Carmen y Sara .- Hola Paula.- Dijo una .- Ya llegamos al final de la roca-. Dijo la otra.

La Sirena mamá tomo a la pequeña de la mano...vamos a hacerlo juntas. Paula movía su colita a toda prisa...para no perder el impulso.
.-Paula-. dijo mamá,.-mira como lo hago...ves, no es rápido y corto, es lento y largo, asi controlas tu extremidad y no tropiezas con algas-.
La sirenita miraba nadar a su madre y comenzó a imitarla, pero los hombros no le obedecían.
             La madre sonriente cogió cada hombro.-Vamos, derecha, izquierda...lento-. Y poco a poco Paula controlo la velocidad de su cola y sin darse cuenta alcanzó a la cima.




Al llegar arriba vio que estaba su padre con sus hermanos que fueron tras de mamá dejando tras de si un caminito de bubujas .- Bravo Paula-. Dijo papá.
            Paula contenta, sonrió, pero al buscar a sus amigas para contar su asaña,vio que ellas estaban dando volteretas por las corrientes. El corazón se le encogió y volvió donde el tritón, que la miraba aun sonriente. Él se le acercó al oido y le  dijo.- Tranquila sirenita, mañana yo te lo enseñaré.-

Y así fue como Paulita, con  tiempo y esfuerzo fue consiguiendo todas sus metas...tenia suerte, mamá y papá siempre la ayudaban y empezó a aceptar desafíos.



Ahora con sus amigas están en un reto... enseñando a montar en caballito a sus 346 hermanitos, para que mamá y papá duerman una siesta.



Y Cantarín Cantado,
 este cuento se ha acabado.

martes, 9 de octubre de 2012

Gabriela y Victor conocen a Xandraluz


Gabriela y Víctor corren entre las rocas hacia el mar. Siempre el mismo sitio, por más que sus padres insistieran en ir mas cerca del socorrista, del chiringuito o un lugar con menos piedras. No. Gabriela y Víctor siempre corren al mismo sitio entre las rocas para llegar al mar. Al tocar el agua con sus deditos comienzan su charla con un niño que sólo ellos ven, XandraLuz.

         Lo conocieron hace dos veranos, el día en que una medusa picó a Gabriela en la pierna; Ella estaba muy enfadada y con despecho arrojaba piedras al mar, diciéndole que jamás volvería a tocarlo. Víctor, el pequeño, la reprendía -No es culpa del mar y deja de tirar piedras- pero Gabriela, no paraba. Entonces, entre las olas apareció un niño de pelo platino que se confundía con la espuma de las olas bajo el sol. El niño reía cada vez que Gabriela arrojaba una piedra.
 
-         ¿Pero de qué te ríes? - Dijo Víctor, un poco agraviado ya que él estaba intentando defender al mar.
-                   Me río de la risa del mar- respondió el pequeño.
-                   ¿Quién se ríe? Estoy enfadada- interrumpió Gabriela y continuó- ¿y tú quién eres?

Pero entonces el pequeño se vio contrariado, tocándose sin cesar los brazos susurrando.- Este...claro...ya hablo con ellos-.

-¿Pero con quien hablas?- Preguntó Gabriela, sin esperar respuesta.
-                   Eres raro. - Sentenció Víctor sumergiéndose otra vez bajo una ola.
-                   Hablo con el mar y no soy “raro”. - respondió enfadado el desconocido.
-                   Bueno, como te llamas- Dijo la niña con una mueca.
-                   Me llamo XandraLuz--
-                   Yo soy Gabriela y ese es mi hermano Víctor ¿Es verdad que hablas con el mar?
-                   Si, claro...-Espetó él.-          
-         Venga Gabi, no le creerás...-

-                   Pues si, mamá dice que el mar está vivo y que hay que cerrar los ojos para escucharlo.-
-                   Ah, bueno...yo no cierro los ojos, pero si... está vivo.- Reflexionó Xandraluz.
-                   ¿Si? pues dile que yo ya no juego con él...la medusa me hizo daño. -
-                   Ya sabe que estás enfadada...pero verás, el mar no puede hacer nada. Hay muchas medusas porque no hay equilibrio...este mundo es muy raro. - dijo con tristeza.
-                   “Este mundo”.- repitió Víctor con interés- o sea hay más, ¿Como la guerra de las galaxias?-
-                   ¿La guerra de qué?...tú si que eres raro-
-                   Xandal..Xan...bueno, y de donde eres.- Preguntó Gabriela
-                   De aquí, de Málaga.-
-                   Los malagueños no hablan con el mar.- Formuló Víctor con entereza
-                   Y tú que sabes... puede que algunos lo olvidaran...pero en otros mundos...    !Tú Quieta!- Gritó el pequeño acercándose hacia Victor, hizo un gesto con la mano y vieron como una medusa se retiraba.
      Entonces, desde las rocas, salió un pequeño cardumen de peces diminutos que llegaron a los pies de Gabriela.

-                   A que no los pillas.- miró Xandraluz a la niña.
-                   Sigo Enfadada.- respondió y giró la cara en señal de desprecio.
-                   Venga, no seas rencorosa...¿Puedo Jugar?- Y antes de recibir respuesta Víctor se lanzó tras los peces que se adentraron en el mar...pero se detenían cuando Víctor ya no tocaba la arena. Reía a Carcajadas y Xandraluz le seguía...después cada uno por un lado hundiéndose en el agua de manera torpe y ruidosa.

-                   ¡Gabriela!- Llamó la madre, Gabriela se acercó presurosa. - Cariño- dijo la madre - ¿Tu hermano está jugando sólo?-
Gabriela sorprendida se volteó, ella claramente veía a los dos niños...comprendió enseguida. 
-                    No lo ves ¿Verdad mami?-
-                   ¿Ver qué?-

Gabriela se alejó corriendo con una sonrisa, conocía a un niño del mar. Entonces se zambulló en el agua cojió a Xandraluz por el brazo, miró sus ojos negros azabache, ella se sonrojó y dijo...

-                   Prométeme que no dejarás que me pique otra medusa-
-                   Pero que dices chiquilla, si solo soy un niño...pero vale, estaré atento ¡Víctor, misión...proteger a Gabriela!- Y ambos comenzaron a seguirla...y así estuvieron toda la tarde y todas las tardes de verano desde aquella, porque Gabriela y Víctor conocieron a Xandraluz un niño de ojos negro, pelo color platino que habla con el mar y con los peces, pero que sólo ellos ven y por eso corren entre las rocas hacia el mar. Siempre el mismo sitio, por más que sus padres insistieran en ir mas cerca del socorrista, del chiringuito o un lugar con menos piedras.



Y colorín cantado, este cuento se ha acabado.



miércoles, 3 de octubre de 2012

Rosa y Amarilla


En un rosal de rosas rosa nació un día una rosa amarilla. El resto de las rosas intentaban alejarse de ella y la ocultaban al paso del jardinero, ya que les avergonzaba aquel ser que rompía su igualdad.
La rosa amarilla estaba triste, pero ya ni siquiera se daba cuenta, se había acostumbrado a que la humillen, es que no sabía lo que era ser querida, cuidada, protegida; Nuestra amarilla rosa, se sentía culpable por ser diferente.


Pero un día, una rosa...rosa, como todas las demás, la vio escondida bajo la mata, casi no le llegaba el sol.

- ¿Que haces ahí hermana?-.  Preguntó la rosa rosa.- Ven arriba a tomar el sol.

Entonces una rosa mas grande y gorda se interpuso.- La rosa amarilla no puede subir...no queremos que nadie la vea...acaso no ves lo fea que es...entorpece nuestro orden y en nuestro orden esta nuestra belleza.

Pasaron los días, y la rosita rosa, rozaba cada día con sus pétalos a la amarilla y disimuladamente, se movía para que la luz del sol llegara a su débil hermana. Amarilla era diferente, la fuerza del sol y ese cariño la hicieron firme y de pétalos sedosos.

Así fue, que un día el Jardinero pasó por el jardín y al fijarse, vió a “amarilla”. Entonces, la cortó.

- Te lo dije.- Sentenció la rosa gorda a la rosita que miraba triste como se llevaban a su amiga. Pero de pronto el jardinero le hizo un corte en el tallo y la dejó en la ventana, en un tubo con agua.

Pasaron los días y rosita miraba desde lejos a “Amarilla”, día a día el jardinero miraba la punta del tallo. Hasta que una tarde la plantó en un sitio especial del jardín.

Las rosas la miraban con envidia, pero aprendieron  que ser distinto es ser bello de manera diferente.


Y COLORÍN CANTADO...ESTE CUENTO SE HA ACABADO...